¿Por qué hay personas con TDAH que saben exactamente lo que tienen que hacer, pero no consiguen ponerse a ello?
¿O que empiezan a estudiar y acaban ordenando la habitación? ¿O que tienen 20 pestañas abiertas en el navegador y no cierran ninguna tarea?
La respuesta tiene un nombre que quizás has oído pero que todavía genera confusión: funciones ejecutivas. Estas habilidades del cerebro son las que nos ayudan a organizarnos, regularnos y llevar a cabo lo que planificamos.
Cuando hay TDAH, estas funciones a menudo se ven alteradas, y eso puede hacer que una persona muy capaz se sienta bloqueada o desbordada.
En este artículo te explico qué son las funciones ejecutivas, cuáles existen, cómo afectan a las personas con TDAH y, sobre todo, qué estrategias utilizo en mis acompañamientos para entrenarlas y mejorarlas.
¿Qué son las funciones ejecutivas?
Las funciones ejecutivas son un conjunto de habilidades mentales que nos permiten pasar de la intención a la acción. Son como el director de orquesta del cerebro: coordinan procesos como planificar, priorizar, inhibir impulsos, mantener la atención o adaptarse a los cambios.
En otras palabras, son las competencias que nos ayudan a:
• Decidir qué es importante en cada momento.
• Organizar el tiempo y los recursos.
• Regular las emociones y la conducta.
• Poner en marcha y terminar tareas.
Cuando estas funciones fallan, es como si quisiéramos conducir un coche muy potente pero con un volante que gira mal o unos frenos que no responden a tiempo.
¿Qué funciones ejecutivas existen?
Las principales funciones ejecutivas que suelen aparecer alteradas en el TDAH son:
1. Atención sostenida: mantener la concentración en una tarea el tiempo necesario.
2. Planificación y organización: estructurar pasos para alcanzar un objetivo y ordenar recursos.
3. Memoria de trabajo: retener información a corto plazo para usarla después.
4. Flexibilidad cognitiva: capacidad de adaptarse a los cambios y buscar alternativas.
5. Control inhibitorio: frenar impulsos, no decir o hacer lo primero que pasa por la cabeza.
6. Gestión del tiempo: percibir el tiempo y utilizarlo de manera realista.
7. Regulación emocional: identificar, modular y expresar las emociones de forma adecuada.
¿Cómo afecta el TDAH a las funciones ejecutivas?
Las personas con TDAH no es que no sepan qué hacer, sino que su cerebro procesa la información de una manera diferente. Esto tiene un impacto directo en las funciones ejecutivas.
Algunos ejemplos cotidianos:
• Atención sostenida: empezar un trabajo y dejarlo a medias cuando aparece un estímulo más interesante.
• Memoria de trabajo: ir a buscar algo a la habitación y olvidar qué ibas a hacer.
• Gestión del tiempo: pensar que tienes solo 5 minutos y en realidad ser 30.
• Control inhibitorio: contestar antes de que la otra persona termine de hablar.
• Regulación emocional: pasar de la euforia a la frustración en minutos.
Estas dificultades no son falta de voluntad ni desinterés: son una característica del cerebro con TDAH. Y aquí es donde entran en juego las estrategias y el acompañamiento.
Estrategias para entrenar las funciones ejecutivas
La buena noticia es que las funciones ejecutivas se pueden entrenar como un músculo.
Acompaño a personas con TDAH y familias con estrategias prácticas, mi propia experiencia viviendo con TDAH, coaching, mentoría y PNL.
Algunas de las más útiles son:
• Planificación con microobjetivos: dividir una tarea grande en pasos pequeños y alcanzables.
• Herramientas visuales y recordatorios: calendarios visibles, post-its de colores o aplicaciones de tareas con alarmas.
• Pausas activas y movimiento: cada 25-30 minutos, levantarse y hacer una pausa ayuda a mejorar la atención sostenida.
• Estrategias de PNL para la regulación emocional: cambiar el diálogo interno de “no puedo” por “estoy aprendiendo a hacerlo”.
• Deporte como regulador natural: en mi caso, el tenis me ha enseñado paciencia, gestión de la frustración y constancia.
Ejemplos prácticos reales
• Un adolescente que no terminaba los deberes aprendió a trabajar en bloques de 15 minutos con pausas activas. Ahora avanza más en menos tiempo y con menos frustración.
• Una madre con TDAH empezó a organizar su día con una lista de tres prioridades. Esto redujo mucho su ansiedad y le dio una sensación real de control.
• Un profesional que se perdía en reuniones largas aprendió a hacer mapas visuales y a pedir concreción. Ahora es más eficiente y lidera con mayor claridad.
Aceptar para avanzar
Trabajar las funciones ejecutivas no es buscar la perfección, sino crear estrategias adaptadas a cada persona.
Cuando entendemos que el cerebro con TDAH funciona de manera diferente y dejamos de juzgarnos, podemos pasar de la parálisis por análisis a la acción con equilibrio.
Conclusión: del reto a la oportunidad
Las funciones ejecutivas son la clave para vivir con más orden, serenidad y dirección. Aunque el TDAH suponga un reto en este ámbito, también es una oportunidad para descubrir nuevas formas de crecer, organizarse y avanzar.
El mensaje es claro: las funciones ejecutivas se pueden entrenar. Igual que un músculo, requieren constancia, apoyo y buenas herramientas. Cuando eso ocurre, la persona con TDAH descubre que puede brillar en muchas áreas de la vida.
