Cuando pensamos en el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), a menudo nos vienen a la mente tres palabras: atención, hiperactividad e impulsividad.

Pero reducirlo solo a eso es quedarse en la superficie.
El TDAH es una manera diferente de procesar la información y de vivir las emociones, con un impacto directo en la familia, el trabajo, la escuela, las relaciones sociales, las aficiones e incluso en el autocuidado y el lenguaje interno. Esta mirada global es lo que llamo TDAH 360º.


1. Diagnóstico de TDAH: un punto de inflexión vital
Recibir un diagnóstico puede ser un alivio porque pone nombre a una realidad vivida durante años. Pero también puede generar miedo o rechazo.


El TDAH no es un defecto ni una condena, sino una condición que nos acompaña a lo largo de la vida y que puede convertirse en una oportunidad si sabemos entender cómo funciona el cerebro y adaptamos el entorno y las estrategias.


2. TDAH y emociones: la desregulación emocional
Uno de los grandes retos es la desregulación emocional. Pasar de la euforia al desbordamiento en pocos minutos puede confundir tanto a la persona que lo vive como a su entorno.


Aprender a identificar estos cambios, validarlos y encontrar canales adecuados para expresarlos es esencial. La sensibilidad bien gestionada puede convertirse en un recurso poderoso para conectar con uno mismo y con los demás.


3. TDAH en la escuela y en el trabajo: estructuras que liberan
Muchos niños y adultos con TDAH han sentido que “no encajan” en un sistema pensado para cerebros neurotípicos. Pero con estructuras claras, objetivos desglosados y apoyo adecuado, el rendimiento puede crecer de manera exponencial.


Como un GPS, estas estructuras guían y permiten que la persona florezca, ya sea un alumno que necesita aprender con más calma o un profesional que lidera equipos.


4. Relaciones personales y lenguaje interno
El rechazo y la hipersensibilidad son frecuentes en el TDAH y pueden complicar los vínculos de amistad, pareja o familia.
Por eso es fundamental cuidar el lenguaje interno. Muchos hemos crecido con un juicio duro y frases como “no eres suficiente” o “no lo haces bien”. Reprogramar este diálogo interior nos permite pasar del “no puedo” al “estoy aprendiendo y avanzando”.


5. Deporte y TDAH: el cuerpo como regulador natural
La actividad física es mucho más que salud: es un regulador natural de dopamina y una vía para mejorar las funciones ejecutivas (concentración, organización, gestión del tiempo).
En mi caso, el tenis me ha ayudado a canalizar energía, a trabajar la paciencia y a gestionar la frustración. Cada entrenamiento es una oportunidad para recordar que cuerpo y mente van de la mano.


6. El entorno y el TDAH: clave para el bienestar
Un mismo cerebro con TDAH puede vivir experiencias opuestas según el entorno. Un ambiente que juzga y limita acentúa los retos; en cambio, un entorno que ofrece comprensión, límites claros y oportunidades puede transformar esos retos en fortalezas.
Como decía siempre mi madre: “cuida el entorno”.


7. Aceptación del TDAH: el punto de partida
Aceptar el TDAH no es resignarse, sino conocerse mejor y dejar de luchar contra lo que no se puede cambiar.
Cuando llega esta aceptación, se pueden desplegar estrategias eficaces: identificar qué motiva, establecer estructuras útiles y aplicar técnicas que dan resultados.


8. Mirada 360º: vivir con equilibrio
El TDAH no puede entenderse solo desde un aula, una consulta o una empresa. Es una manera de vivir que impacta en todas las áreas de la vida:
El sueño, la alimentación y la energía.
• La manera de trabajar y liderar.
• Las relaciones personales y la comunicación.
• La autoestima y la percepción del tiempo.


La mirada 360º nos invita a comprender el TDAH en toda su complejidad y también en todo su potencial.

 

TDAH 360º

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